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15 de septiembre de 2018

JOSE SMITH, un gran profeta de Yeshúa, sumo sacerdote de Melkizedek. El Libro de Moises

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He tardado mucho en dar el reconocimiento que se merece José Smith, fundador de lo que es hoy la así llamada Iglesia de Mormón o Iglesia de Jesucristo de Los Santos de Los Ultimos Días, que en cuanto a religión organizada al igual que las demás ha sido corrompida por el anticristo, pero si está totalmente vigente este gran profeta y sacerdote, quien merced a su ordenamiento como el Sumo Sacerdote de Melkizedek para el planeta tierra, además del ordenamiento dentro del Sacerdocio Aarónico que tuvo previamente. Sus escritos son totalmente complementarios a la Biblia y enriquece la comprensión correcta de la misma.
Un ser vinculado en forma directa y profunda a Abraham y a Yosif (José), el gobernador de Egipto, cuyas profecías, por estar bajo la cubierta de una religión no han sido difundidas ampliamente como debiesen serlo.
Por ser quien era el, fue perseguido y difamado, hasta que hubo un gran complot para asesinarlo -a los 38 años de edad- a tiros después de haber sido puesto en prisión, acabó su vida. Habrán podido matar su cuerpo, mas no su alma, ni espíritu  y ciertamente no su trabajo del cual ahora tenemos acceso por internet para descargarlo en su totalidad.

Yo quiero publicarle aquí dos de sus libros importantes revelados a el. Hoy va el primero.
Este libro se encuentra en la llamada "Perla de Gran Precio"  y es: 


                                               EL LIBRO DE MOISES

1 Las palabras de Dios, las cuales a habló a Moisés en una ocasión en que Moisés fue arrebatado a una montaña extremadamente alta,
2 y a vio a Dios cara a cara, y habló con él, y la gloria de Dios cubrió a Moisés; por lo tanto, Moisés pudo  soportar su presencia.
3 Y Dios habló a Moisés, diciendo: He aquí, soy el Señor Dios a Omnipotente, y Sin Fin es mi nombre; porque soy sin principio de días ni fin de años; ¿y no es esto sin fin?
4 He aquí, tú eres mi hijo; mira, pues, y te mostraré las obras de mis manos; pero no todas, porque mis obras son sin fin, y también mis palabras, porque jamás cesan.
5 Por consiguiente, ningún hombre puede contemplar todas mis obras sin ver toda mi gloria; y ningún hombre puede ver toda mi gloria y después permanecer en la carne sobre la tierra.
6 Y tengo una obra para ti, Moisés, hijo mío; y tú eres a semejanza de mi Unigénito; y mi
Unigénito es y será el Salvador, porque es lleno de gracia y de verdad; pero aparte de mí no hay Dios, y para mí todas las cosas están presentes, porque todas las conozco.
7 Y ahora bien, he aquí, te revelo solo esto, Moisés, hijo mío, porque tú estás en el mundo, y ahora te lo muestro.
8 Y aconteció que Moisés miró y vió el  mundo sobre el cual fue creado; y vio Moisés el mundo y sus confines, y todos los hijos de los hombres que son y que fueron creados, de lo cual grandemente se maravilló y se asombró.
9 Y la presencia de Dios se apartó de Moisés, de modo que su gloria ya no lo cubría; y Moisés quedó a solas; y al quedar a solas, cayó a tierra.
10 Y sucedió que por el espacio de muchas horas Moisés no pudo recobrar su a fuerza natural según el hombre, y se dijo a sí mismo: Por esta causa, ahora sé que el hombre no es nada, cosa que yo nunca me había imaginado.
11 Pero ahora mis propios ojos han visto a a Dios; pero no mis ojos naturales, sino mis ojos espirituales; porque mis ojos naturales no hubieran podido ver; porque habría desfallecido y me habría muerto en su presencia; mas su gloria me cubrió, y vi su rostro, porque fui transfigurado delante de él.
12 Y aconteció que cuando Moisés hubo pronunciado estas palabras, he aquí,  Satanás vino para tentarlo, diciendo: Moisés, hijo de hombre, adórame.
13 Y sucedió que Moisés miró a Satanás, y le dijo: ¿Quién eres tú? Porque, he aquí, yo soy un hijo de Dios, a semejanza de su Unigénito. ¿Y dónde está tu gloria, para que te adore?
14 Porque he aquí, no hubiera podido ver a Dios, a menos que su gloria me hubiera cubierto y hubiera sido a transfigurado ante él. Pero yo puedo verte a ti según
el hombre natural. ¿No es verdad esto?
15 Bendito sea el nombre de mi Dios, porque su Espíritu no se ha apartado de mí por completo, y por otra parte, ¿dónde está tu gloria?, porque para mí es tinieblas. Y puedo discernir entre tú y Dios; pues él me dijo: a Adora a Dios, porque a él solamente servirás. 16 Vete de aquí, Satanás; no me engañes; porque Dios me dijo: Eres a semejanza de mi Unigénito.
17 Y también me dio mandamientos cuando me habló desde la zarza que ardía, diciendo:  Invoca a Dios en el nombre de mi Unigénito y adórame.
18 Y añadió Moisés: No cesaré de clamar a Dios; tengo otras cosas que preguntarle: porque su gloria ha estado sobre mí; por tanto, puedo discernir entre tú y él. Retírate
de aquí, Satanás.
19 Y cuando Moisés hubo pronunciado estas palabras, Satanás gritó en alta voz y bramó
sobre la tierra, y mandó y dijo: Yo soy el a Unigénito, adórame a mí.
20 Y aconteció que Moisés empezó a temer grandemente; y al comenzar a temer, vio la amargura del infierno. No obstante, clamando a Dios, recibió fuerza, y mandó, diciendo: Retírate de mí, Satanás, porque solamente a este único Dios adoraré, el cual es el
Dios de gloria.
21 Y entonces a Satanás comenzó a temblar, y se estremeció la tierra; y Moisés recibió fuerza, e invocó a Dios, diciendo: En el nombre del Unigénito, retírate de aquí, Satanás.
22 Y ocurrió que Satanás gritó en voz alta, con lloro, y llanto, y crujir de dientes; y se apartó de allí, sí, de la presencia de Moisés, de modo que no lo vio más.
23 Y Moisés dio testimonio de esto; pero no existe entre los hijos de los hombres por motivo de la iniquidad.
24 Y cuando Satanás se hubo retirado de la presencia de Moisés, sucedió que este levantó los ojos al cielo, estando lleno del Espíritu Santo, el cual da testimonio del Padre y del Hijo,
25 e invocando el nombre de Dios, de nuevo vio su gloria, porque lo cubrió; y oyó una voz
que decía: Bendito eres, Moisés, porque yo, el Omnipotente, te he escogido, y serás más fuerte que muchas aguas, porque estas obedecerán tu mandato cual si fueses Dios.
26 Y he aquí, estoy contigo hasta el fin de tus días, porque librarás de la servidumbre a mi pueblo, sí, a Israel mi  escogido.
27 Y sucedió, mientras la voz aún hablaba, que Moisés fijó los ojos y vio la tierra, sí, la vio toda; y no hubo partícula de ella que no viese, discerniéndola por el Espíritu de Dios.
28 Y también vio a sus habitantes; y no hubo una sola alma que no viese; y pudo discernirlos por el Espíritu de Dios; y grande era su número, sí, incontables como
las arenas sobre la playa del mar.
29 Y vio muchas regiones; y cada una se llamaba a tierra, y había habitantes sobre la faz de ellas.
30 Y sucedió que Moisés imploró a Dios, diciendo: Te ruego que me digas, ¿por qué son estas cosas así, y por qué medio las hiciste?
31 Y he aquí, la gloria del Señor cubrió a Moisés, de modo que Moisés estuvo en la presencia de Dios y habló con él cara a cara. Y Dios el Señor le dijo a Moisés: Para mi propio fin he hecho estas cosas. He aquí sabiduría, y en mí permanece.
32 Y las he creado por la palabra de mi poder, que es mi Hijo Unigénito, lleno de gracia y de verdad.
33 Y he creado incontables mundos, y también los he creado para mi propio fin; y por medio del Hijo, que es mi Unigénito, los he creado.
34 Y al primer hombre de todos los hombres he llamado Adán, que es muchos.
35 Pero solamente te doy un relato de esta tierra y sus habitantes. Porque he aquí, hay muchos mundos que por la palabra de mi poder han dejado de ser. Y hay muchos
que hoy existen, y son incontables para el hombre; pero para mí todas las cosas están contadas, porque son mías y las conozco.
36 Y aconteció que Moisés habló al Señor, diciendo: Sé misericordioso para con tu siervo, oh Dios, y dime acerca de esta tierra y sus habitantes, y también de los cielos;
y entonces quedará conforme tu siervo.
37 Y Dios el Señor habló a Moisés, diciendo: Los a cielos son muchos, y son innumerables para el hombre; pero para mí están contados, porque son míos.
38 Y así como dejará de existir una tierra con sus cielos, así aparecerá otra; y no tienen a fin mis obras, ni tampoco mis palabras.
39 Porque, he aquí, esta es mi  obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la  vida eterna del hombre.
40 Y ahora, Moisés, hijo mío, yo te hablaré acerca de esta tierra, sobre la cual te hallas; y tú escribirás las cosas que yo hablaré.
41 Y en el día en que los hijos de los hombres menosprecien mis palabras y quiten muchas de ellas del libro que tú escribas, he aquí, levantaré a otro semejante a ti, y de nuevo existirán entre los hijos de los hombres, entre cuantos creyeren.
42 (Estas palabras le fueron a declaradas a Moisés sobre el monte, el nombre del cual no se sabrá entre los hijos de los hombres; y ahora te son declaradas a ti. No las muestres a nadie sino a quienes creyeren. Así sea. Amén).


CAPÍTULO 2
Y sucedió que el Señor habló a Moisés, diciendo: He aquí, te revelo lo concerniente a este  cielo y a esta tierra; escribe las palabras que hablo. Soy el Principio y el Fin, el Dios Omnipotente; he creado estas cosas por medio de mi Unigénito; sí, en el principio
creé los cielos y la tierra sobre la cual estás.
2 Y la a tierra estaba sin forma, y vacía; y yo hice que la obscuridad viniera sobre la faz del abismo; y mi Espíritu obraba sobre la faz del agua, porque yo soy Dios.
3 Y yo, Dios, dije: Haya a luz; y hubo luz.
4 Y yo, Dios, vi la luz, y que la luz era a buena. Y yo, Dios, separé la luz de las tinieblas.
5 Y yo, Dios, llamé a la luz Día, y a las tinieblas llamé Noche; e hice esto por la palabra de mi poder, y fue hecho como yo mandé; y fueron la tarde y la mañana el día primero.
6 Y otra vez yo, Dios, dije: Haya un a firmamento en medio de las aguas; y fue hecho tal como yo mandé; y dije: Separe aquel las aguas de las aguas; y fue hecho;
7 y yo, Dios, hice el firmamento y separé las a aguas; sí, las grandes aguas debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento; y fue hecho tal como
yo mandé.
8 Y yo, Dios, llamé al firmamento a Cielo; y fueron la tarde y la mañana el día segundo.
9 Y yo, Dios, dije: Júntense las aguas que están debajo del cielo en a un lugar, y así se hizo. Y yo, Dios, dije: Aparezca lo seco, y así fue.
10 Y yo, Dios, llamé a lo seco a Tierra, y al recogimiento de las aguas llamé Mar; y yo, Dios, vi que todas las cosas que había hecho eran buenas.
11 Y yo, Dios, dije: Produzca la tierra pasto, la hierba que dé semilla, el árbol frutal que produzca fruto, según su especie, y el árbol que dé fruto, cuya semilla esté en sí sobre la tierra; y fue hecho tal como yo mandé.
12 Y la tierra produjo pasto, toda hierba que da semilla según su especie, y el árbol que produce fruto, cuya semilla habría de estar en él, según su especie, y yo, Dios,
vi que todas las cosas que había hecho eran buenas; 

13 y fueron la tarde y la mañana el día tercero.
14 Y yo, Dios, dije: Haya luces en el firmamento del cielo para separar el día de la noche, y

sean por señales, y por estaciones, y por días y por años;
15 y sean por luces en el firmamento del cielo para alumbrar la tierra; y fue hecho.
16 Y yo, Dios, hice dos grandes luminares, el luminar mayor para señorear el día y el luminar menor para señorear la noche; y el luminar mayor fue el sol y el luminar menor fue la luna; y también fueron hechas las estrellas conforme a mi palabra.
17 Y yo, Dios, las coloqué en el firmamento del cielo para alumbrar la tierra,
18 el sol para gobernar el día y la luna para gobernar la noche, y para separar la luz de las tinieblas; y yo, Dios, vi que todas las cosas que había hecho eran buenas;
19 y fueron la tarde y la mañana el día cuarto.
20 Y yo, Dios, dije: Produzcan abundantemente las aguas seres vivientes que se muevan, y aves que vuelen sobre la tierra en el amplio firmamento del cielo.
21 Y yo, Dios, hice las grandes a ballenas y todo ser viviente que se mueve, según su especie, los cuales las aguas produjeron en abundancia, y toda ave alada, según
su especie; y yo, Dios, vi que todas las cosas que había creado eran buenas.
22 Y yo, Dios, los bendije, diciendo: Fructificad y a multiplicaos, y henchid las aguas del mar; y multiplíquense las aves en la tierra;
23 y fueron la tarde y la mañana el día quinto.
24 Y yo, Dios, dije: Produzca la tierra seres vivientes según su especie: el ganado, y lo que se arrastra, y las bestias de la tierra, según su género; y fue hecho.
25 Y yo, Dios, hice las bestias de la tierra según su género, y el ganado según su género, y todo lo que se arrastra sobre la tierra, según su especie; y yo, Dios, vi que todas estas cosas eran buenas. 

26 Y yo, Dios, dije a mi a Unigénito, el cual fue conmigo desde el principio: Hagamos al hombre a nuestra  imagen, conforme a nuestra semejanza; y fue hecho. Y yo, Dios, dije: Tenga dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre el ganado, sobre
toda la tierra y sobre todo lo que se arrastra sobre la tierra.
27 Y yo, a Dios, creé al hombre a mi propia imagen, a imagen de mi Unigénito lo creé; varón y hembra los creé.
28 Y yo, Dios, los bendije y díjeles: Fructificad y a multiplicaos, henchid la tierra y sojuzgadla; y tened dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo,
y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.
29 Y yo, Dios, le dije al hombre: He aquí, te he dado toda hierba que produce semilla, que está sobre la faz de toda la tierra, y todo árbol en el cual estará el fruto del árbol que produce semilla; a ti te será por alimento.
30 Y a toda bestia del campo, y a toda ave del cielo, y a todo animal que se arrastra sobre la tierra, a los que concedo vida, les será dada toda hierba limpia por alimento; y fue hecho tal como yo mandé.
31 Y yo, Dios, vi todo lo que había hecho; y he aquí, todas las cosas que yo había hecho
eran a buenas en gran manera; y fueron la tarde y la mañana el día sexto.
 

CAPÍTULO 3
Así se a terminaron el cielo y la tierra y todas sus huestes.
2 Y en el día séptimo yo, Dios, acabé mi obra y todas las cosas que había hecho; y descansé el día séptimo de toda mi obra, y todas las cosas que yo había hecho quedaron terminadas; y yo, Dios, vi que eran buenas;
3 y yo, Dios, a bendije el día séptimo y lo santifiqué, por motivo de que en él había reposado de toda la obra que yo, Dios, había creado y hecho.
4 Y ahora bien, he aquí, te digo que estos son los orígenes del cielo y de la tierra, cuando fueron creados, el día en que yo, Dios el Señor, hice el cielo y la tierra;
5 y toda planta del campo antes que existiese en la tierra, y toda hierba del campo a antes que creciese. Porque yo, Dios el Señor, creé  espiritualmente todas las cosas de que he hablado, antes que existiesen físicamente sobre la faz de la tierra. Pues yo, Dios
el Señor, no había hecho llover sobre la faz de la tierra. Y yo, Dios el Señor, había creado a todos los hijos de los hombres; y no había hombre todavía para que labrase la  tierra; porque los había creado en el cielo; y aún no había carne sobre la tierra, ni en el agua, ni en el aire;
6 mas yo, Dios el Señor, hablé, y subió de la tierra un a vapor, y regó toda la superficie de la tierra.
7 Y yo, Dios el Señor, formé al hombre del a polvo de la tierra, y soplé en su nariz el aliento de vida; y el hombre fue alma viviente, la primera carne sobre la tierra, también el primer hombre; sin embargo, todas las cosas fueron creadas con anterioridad; pero fueron creadas espiritualmente y hechas conforme a mi palabra.
8 Y yo, Dios el Señor, planté un jardín hacia el oriente en a Edén, y allí puse al hombre que había formado.
9 Y de la tierra, yo, Dios el Señor, hice crecer físicamente todo árbol que es agradable a la vista del hombre; y el hombre podía verlos. Y también se tornaron en almas vivientes. Porque eran espirituales el día en que los creé; pues permanecen en la esfera en
que yo, Dios, los creé, sí, todas las cosas que preparé para el uso del hombre; y este vio que eran buenas como alimento. Y yo, Dios el Señor, también planté el a árbol de
la vida en medio del jardín, y asimismo el  árbol de la ciencia del bien y del mal.

10 Y yo, Dios el Señor, hice que saliera un río del Edén para regar el jardín; y de allí se repartía en cuatro a brazos. 11 Y yo, Dios el Señor, di al primero el nombre de Pisón, el cual cerca toda la tierra de Havila, donde yo, Dios el Señor, había creado mucho oro; 12 y el oro de aquella tierra era bueno, y había bedelio y ónice. 13 Y el nombre del segundo río era Gihón, el mismo que rodea toda la tierra de Etiopía. 14 Y el nombre del tercer río era Hidekel; y este corre hacia el oriente de Asiria; y el cuarto río era el Eufrates. 15 Y yo, Dios el Señor, tomé al hombre y lo puse en el Jardín de Edén para que lo cultivara y lo guardara. 16 Y yo, Dios el Señor, le di mandamiento al hombre, diciendo: De todo árbol del jardín podrás comer libremente, 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás. No obstante, podrás escoger según tu voluntad, porque te es concedido; pero recuerda que yo lo prohíbo, porque el  día en que de él comieres, de cierto  morirás. 18 Y yo, Dios el Señor, dije a mi a Unigénito que no era bueno que el hombre estuviese solo; por consiguiente, le haré una ayuda idónea para él. 19 Y de la tierra, yo, Dios el Señor, formé a toda bestia del campo y a toda ave del cielo; y mandé que fuesen a Adán para ver qué nombre les daría; y también fueron almas vivientes, porque yo, Dios el Señor, soplé en ellos el aliento de vida; y mandé que lo que Adán llamara a todo ser viviente, tal fuese su nombre. 20 Y Adán dio nombre a todo el ganado, a las aves del cielo y a toda bestia del campo; pero en cuanto a Adán, no se encontró ayuda idónea para él. 21 Y yo, Dios el Señor, hice que cayera un sueño profundo sobre Adán, y durmió; y tomé una de sus costillas y cerré la carne en su lugar; 22 y de la costilla que yo, Dios el Señor, había tomado del hombre, hice una a mujer y la traje al hombre. 23 Y Adán dijo: Ahora sé que esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne; Varona se llamará, porque del varón fue tomada. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se allegará a su esposa; y serán una sola carne. 25 Y estaban ambos desnudos, el hombre y su esposa, y no se avergonzaban. 

CAPÍTULO 4 
1 Y yo, Dios el Señor, le hablé a Moisés, diciendo: Ese Satanás, a quien tú has mandado en el nombre de mi Unigénito, es el mismo que existió desde el  principio; y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra. 2 Pero, he aquí, mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el principio, me dijo:  Padre, hágase tu  voluntad, y sea tuya la  gloria para siempre. 3 Pues, por motivo de que Satanás se rebeló contra mí, y pretendió destruir el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado, y que también le diera mi propio poder, hice que fuese echado abajo por el poder de mi Unigénito; 4 y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las  mentiras, para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él, sí, a cuantos no quieran escuchar mi voz. 5 Ahora bien, la serpiente era más astuta que cualquiera de Las bestias del campo que yo, Dios el Señor, había hecho. 6 Y Satanás incitó el corazón de la serpiente (porque se había llevado a muchos en pos de él), y procuró también engañar a a Eva, porque no conocía la mente de Dios, de manera que procuraba destruir el mundo. 7 Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios ha dicho: No comeréis de todo árbol del a jardín? (Y hablaba por boca de la serpiente). 8 Y la mujer dijo a la serpiente: Podemos comer del fruto de los árboles del jardín; 9 mas en cuanto al fruto del árbol que ves en medio del jardín, Dios ha dicho: No comeréis de él, ni lo tocaréis, no sea que muráis. 10 Y la serpiente dijo a la mujer: De cierto no moriréis; 11 pues Dios sabe que el día en que de él comiereis se abrirán vuestros ojos, y seréis como dioses, conociendo el bien y el mal. 12 Y cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que se había vuelto agradable a los ojos, y un árbol a deseable para darle sabiduría, tomó ella de su fruto y comió, y dio también a su marido, y él comió con ella. 13 Y fueron abiertos los ojos de ambos, y se dieron cuenta de que habían estado a desnudos. Y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. 14 Y oyeron la voz de Dios el Señor, mientras se paseaban en el jardín al fresco del día, y Adán y su esposa fueron a esconderse de la presencia de Dios el Señor entre los árboles del jardín. 15 Y yo, Dios el Señor, llamé a Adán, y le dije: ¿A dónde a vas? 16 Y él respondió: Oí tu voz en el jardín y tuve miedo, porque vi que estaba desnudo, y me escondí. 17 Y yo, Dios el Señor, dije a Adán: ¿Quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé no comer, pues de hacerlo de cierto a morirías? 18 Y el hombre dijo: La mujer que tú me diste, y mandaste que permaneciese conmigo, me dio del fruto del árbol, y yo comí. 19 Y yo, Dios el Señor, dije a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó, y yo comí. 20 Y a la serpiente, yo, Dios el Señor, dije: Por cuanto has hecho esto, maldita serás sobre todo el ganado y sobre toda bestia del campo. Sobre tu vientre te arrastrarás y polvo comerás todos los días de tu vida; 21 y pondré enemistad entre tú y la mujer, entre tu simiente y de ella; y él te herirá la cabeza, y tú le herirás el calcañar. 22 A la mujer, yo, Dios el Señor dije: Multiplicaré en gran manera tus dolores en tus preñeces. Con a dolor darás a luz los hijos, y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti; 23 y a Adán, yo, Dios el Señor, dije: Por haber escuchado la voz de tu esposa y comido del fruto del árbol del cual te mandé, diciendo: No comerás de él, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 24 Espinas también, y cardos te producirá, y comerás la hierba del campo. 25 Con el a sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra —pues de cierto morirás— porque de ella fuiste tomado: pues polvo eras, y al polvo has de volver. 26 Y Adán llamó Eva a su esposa, por cuanto ella fue la madre de todos los vivientes; porque así yo, Dios el Señor, he llamado a la primera de todas las mujeres, que son muchas. 27 Y yo, Dios el Señor, hice túnicas de pieles para Adán y también para su esposa, y los a vestí. 28 Y yo, Dios el Señor, dije a mi Unigénito: He aquí, el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal; y ahora, no sea que extienda su mano y  tome también del  árbol de la vida, y coma y viva para siempre, 29 por tanto, yo, Dios el Señor, lo sacaré del Jardín de Edén para que labre la tierra de la cual fue tomado; 30 porque vivo yo, dice Dios el Señor, que no se han de frustrar mis palabras, pues tal como salen de mi boca tendrán que ser cumplidas. 31 De modo que expulsé al hombre, y coloqué al oriente del Jardín de Edén a querubines y una espada encendida, la cual daba vueltas por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. 32 (Y estas son las palabras que hablé a mi siervo Moisés; y son verdaderas conforme a mi voluntad; y te las he declarado. Mira que no las muestres a hombre alguno, salvo a los que crean, hasta que yo te lo mande. Amén).

CAPÍTULO 5

Y sucedió que, después que yo, Dios el Señor, los hube expulsado, Adán empezó a cultivar la tierra, y a ejercer a dominio sobre todas las bestias del campo, y a comer su pan con el sudor de su rostro, como yo, el Señor, le había mandado; y Eva, su esposa, también se afanaba con él. 2 Y Adán conoció a su esposa, y de ella le nacieron hijos e hijas, y empezaron a multiplicarse y a henchir la tierra. 3 Y de allí en adelante los hijos e a hijas de Adán empezaron a separarse de dos en dos en la tierra, y a cultivarla y a cuidar rebaños; y también ellos engendraron hijos e hijas. 4 Y Adán y Eva, su esposa, invocaron el nombre del Señor, y oyeron la voz del Señor que les hablaba en dirección del Jardín de a Edén, y no lo vieron, porque se encontraban excluidos de su presencia. 5 Y les dio mandamientos de que adorasen al Señor su Dios y ofreciesen las primicias de sus rebaños como ofrenda al Señor. Y Adán fue obediente a los mandamientos del Señor. 6 Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó. 7 Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el cual es lleno de  gracia y de verdad. 8 Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás. 9 Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo: Soy el Unigénito del Padre desde el principio, desde ahora y para siempre, para que así como has caído puedas ser redimido; y también todo el género humano, sí, cuantos quieran. 10 Y Adán bendijo a Dios en ese día y fue lleno, y empezó a Profetizar concerniente a todas las familias de la tierra, diciendo: Bendito sea el nombre de Dios, pues a causa de mi transgresión se han abierto mis ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a Dios. 11 Y Eva, su esposa, oyó todas estas cosas y se regocijó, diciendo: De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes. 12 Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e hicieron a saber todas las cosas a sus hijos e hijas. 13 Y Satanás vino entre ellos, diciendo: Yo también soy un hijo de Dios; y les mandó, y dijo: No lo creáis; y no lo creyeron, y amaron a Satanás más que a Dios. Y desde ese tiempo los hombres empezaron a ser carnales, sensuales y diabólicos. 14 Y Dios el Señor llamó a los hombres en todas partes, por el Espíritu Santo, y les mandó que se arrepintiesen; 15 y cuantos creyeran en el Hijo, y se arrepintieran de sus pecados, serían salvos; y cuantos no creyeran ni se arrepintieran, serían condenados; y las palabras salieron de la boca de Dios como firme decreto; por consiguiente, se cumplirán. 16 Y Adán y Eva, su esposa, no cesaron de invocar a Dios. Y Adán conoció a Eva, su esposa, y ella concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido un varón del Señor; por tanto, tal vez este no rechace sus palabras. Mas he aquí, Caín no escuchó, y decía: ¿Quién es el Señor, para que tenga que conocerlo? 17 Y concibió ella de nuevo y dio a luz a a Abel, su hermano; y él escuchó la voz del Señor. Y Abel era pastor de ovejas, mas Caín labraba la tierra. 18 Y Caín amó a Satanás más que a Dios. Y Satanás le mandó, diciendo:  Haz una ofrenda al Señor. 19 Y con el transcurso del tiempo, sucedió que Caín trajo al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. 20 Y Abel también trajo de las primicias de su rebaño, y de su grosura. Y el Señor miró con agrado a Abel y su a ofrenda; 21 mas no miró con agrado a Caín y su a ofrenda. Ahora bien, Satanás sabía esto, y se alegró. Y Caín se ensañó en gran manera, y decayó su semblante.
22 Y el Señor le dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado? ¿Por qué ha decaído tu semblante? 23 Si haces lo bueno, serás aceptado; y si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta, y Satanás desea poseerte; y a menos que escuches mis mandamientos, te entregaré, y será hecho contigo según la voluntad de él. Y tú te enseñorearás de él, 24 porque desde ahora en adelante tú serás el padre de sus mentiras; serás llamado a Perdición; porque también tú existías antes que el mundo. 25 Y se dirá en tiempos venideros que estas a abominaciones procedieron de Caín, porque rechazó el consejo mayor que venía de Dios; y esta es una maldición que pondré sobre ti, a menos que te arrepientas. 26 Y Caín se encolerizó, y no escuchó más la voz del Señor, ni a Abel, su hermano, el cual andaba en santidad delante del Señor. 27 Y Adán y su esposa se lamentaban ante el Señor por causa de Caín y sus hermanos. 28 Y aconteció que Caín tomó por esposa a una de las hijas de sus hermanos, y a amaron a Satanás más que a Dios. 29 Y Satanás le dijo a Caín: Júrame por tu garganta, y si lo revelas morirás; y juramenta a tus hermanos por sus cabezas y por el Dios viviente, a fin de que no lo digan, porque si lo revelan, de seguro morirán; y esto para que tu padre no lo sepa; y este día entregaré a tu hermano Abel en tus manos. 30 Y Satanás juró a Caín que obraría de acuerdo con sus mandatos. Y todas estas cosas se hicieron en secreto. 31 Y Caín dijo: Verdaderamente yo soy Mahán, el maestro de este gran secreto, a fin de que yo pueda a asesinar y obtener lucro. Por tanto, Caín fue llamado Maestro Mahán, y se gloriaba de su iniquidad. 32 Y Caín salió al campo y habló con Abel, su hermano. Y aconteció que mientras estaban en el campo, Caín se levantó contra Abel, su hermano, y lo mató. 33 Y Caín se glorió de lo que había hecho, diciendo: Estoy libre; seguramente los rebaños de mi hermano caerán en mis manos. 34 Y el Señor le dijo a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Y él contestó: No sé. ¿Soy yo guarda de mi hermano? 35 Y el Señor le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. 36 Y ahora maldito serás de la tierra que abrió su boca para recibir de mano tuya la sangre de tu hermano. 37 Cuando labres la tierra no te dará su fuerza de aquí en adelante.  Fugitivo y vagabundo serás en la tierra. 38 Y Caín dijo al Señor: Satanás me a tentó a causa de los rebaños de mi hermano. Y también estaba yo con saña, porque aceptaste su ofrenda y la mía no; mi castigo es más de lo que puedo soportar. 39 He aquí, me echas hoy de ante la faz del Señor, y de tu presencia quedaré escondido; y seré fugitivo y vagabundo en la tierra; y sucederá que cualquiera que me encuentre me matará por causa de mis iniquidades, porque estas cosas no se ocultan del Señor. 40 Y yo, el Señor, le dije: Quienquiera que te mate, siete veces se tomará en él la venganza. Y yo, el Señor, puse una a marca sobre Caín, para que no lo matara cualquiera que lo hallase. 41 Y Caín fue desterrado de la presencia del Señor, y con su esposa y muchos de sus hermanos habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén. 42 Y Caín conoció a su esposa, la cual concibió y dio a luz a Enoc, y engendró, además, a muchos hijos e hijas. Y edificó una ciudad, y dio a la  ciudad el nombre de su hijo Enoc. 43 Y a Enoc le nacieron Irad y otros hijos e hijas. E Irad engendró a Mehujael y a otros hijos e hijas. Y Mehujael engendró a Metusael y a otros hijos e hijas. Y Metusael engendró a Lamec. 44 Y Lamec tomó para sí dos esposas; el nombre de una era Ada, y el de la otra, Zila. 45 Y Ada dio a luz a Jabal, que fue el padre de los que habitan en tiendas; y estos criaban ganado; y el nombre de su hermano fue Jubal, padre de todos los que tocan el arpa y el órgano. 46 Y también Zila dio a luz a Tubal Caín, maestro de todo artífice en bronce y hierro. Y la hermana de Tubal Caín se llamaba Naama. 47 Y Lamec dijo a sus mujeres Ada y Zila: Oíd mi voz, mujeres de Lamec, escuchad mis palabras; porque a un hombre he dado muerte para mi perjuicio, y a un mancebo para mi daño. 48 Si Caín ha de ser vengado siete veces, Lamec en verdad lo será a setenta y siete veces; 49 porque Lamec había hecho un a pacto con Satanás, a la manera de Caín, por lo que él llegó a ser Maestro Mahán, dueño del gran secreto que Satanás administró a Caín; e Irad hijo de Enoc, habiendo descubierto el secreto de ellos, empezó a divulgarlo entre los hijos de Adán; 50 por lo que Lamec, lleno de ira, lo mató; no como Caín a su hermano Abel, con el fin de obtener lucro, sino por causa del juramento. 51 Porque desde los días de Caín hubo una a combinación secreta, y hacían sus obras en la obscuridad, y conocía cada cual a su hermano. 52 Por tanto, el Señor maldijo a Lamec y a su casa, y a todos los que habían hecho un pacto con Satanás, porque no guardaron los mandamientos de Dios y desagradó esto a Dios y no los ministró; y sus obras eran abominaciones, y empezaron a esparcirse entre todos los a hijos de los hombres. Y esto estaba entre los hijos de los hombres. 53 Y entre las hijas de los hombres no se hablaba de estas cosas, porque Lamec había divulgado el secreto a sus mujeres; y ellas se rebelaron en contra de él, y declararon estas cosas por todos lados, y no tuvieron compasión; 54 de manera que Lamec fue despreciado y desterrado; y no iba entre los hijos de los hombres, por temor de morir. 55 Y así empezaron a prevalecer las obras de tinieblas entre todos los hijos de los hombres. 56 Y Dios maldijo la tierra con penosa maldición; y se llenó de ira contra los inicuos, contra todos los hijos de los hombres que había creado; 57 porque no querían escuchar su voz, ni creer en su a Hijo Unigénito, aquel que él declaró que vendría en el meridiano de los tiempos, que fue preparado desde antes de la fundación del mundo. 58 Y así se empezó a predicar el  evangelio desde el principio, siendo declarado por santos ángeles enviados de la presencia de Dios, y por su propia voz, y por el don del Espíritu Santo. 59 Y así se le confirmaron todas las cosas a Adán mediante una santa ordenanza; y se predicó el evangelio, y se proclamó un decreto de que estaría en el mundo hasta su fin; y así fue. Amén.
CAPÍTULO 6

1 Y Adán escuchó la voz de Dios, y exhortó a sus hijos a que se arrepintieran. 2 Y Adán conoció de nuevo a su esposa, la cual dio a luz un hijo, y él le dio el nombre de a Set. Y Adán glorificó el nombre de Dios, porque dijo: Dios me ha designado otra descendencia en vez de Abel, a quien Caín mató. 3 Y Dios se reveló a Set, el cual no fue rebelde, sino que ofreció un a sacrificio aceptable, como lo hizo su hermano Abel. Y también a él le nació un hijo, y lo llamó Enós. 4 Entonces empezaron estos hombres a invocar el nombre del Señor, y el Señor los bendijo; 5 y se llevaba un a libro de memorias, en el cual se escribía en el lenguaje de Adán, porque a cuantos invocaban a Dios les era concedido escribir por el espíritu de inspiración; 6 y poseyendo un lenguaje puro y sin mezcla, enseñaban a sus hijos a leer y a escribir. 7 Ahora bien, este mismo a Sacerdocio que existió en el principio, existirá también en el fin del mundo. 8 Adán declaró esta profecía al ser inspirado por el Espíritu Santo, y se guardaba una genealogía de los hijos de Dios. Y este era el libro de las generaciones de Adán, y decía: El día en que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo; 9 a imagen de su propio cuerpo, varón y hembra  los creó, y los bendijo y les dio a ellos el nombre de Adán, el día en que fueron creados, y llegaron a ser almas vivientes en la tierra sobre el estrado de los pies de Dios. 10 Y a Adán vivió ciento treinta años, y engendró un hijo a su propia imagen y semejanza, y llamó su nombre Set. 11 Y fueron los días de Adán, después de engendrar a Set, ochocientos años, y engendró muchos hijos e hijas; 12 y fueron todos los días que Adán vivió novecientos treinta años, y murió. 13 Set vivió ciento cinco años, y engendró a Enós, y profetizó todos sus días y enseñó a su hijo Enós conforme a las vías de Dios; por tanto, Enós también profetizó. 14 Y vivió Set, después de engendrar a Enós, ochocientos siete años, y engendró muchos hijos e hijas. 15 Y los hijos de los hombres eran muchos sobre toda la faz de la tierra. Y en aquellos días Satanás ejercía gran a dominio entre los hombres y agitaba sus corazones a la ira; y desde entonces hubo guerras y derramamiento de sangre; y buscando poder, el hombre levantaba su mano en contra de su propio hermano para darle la muerte, por causa de las obras secretas. 16 Y todos los días de Set fueron novecientos doce años, y murió. 17 Enós vivió noventa años, y engendró a a Cainán; y Enós y el resto del pueblo de Dios salieron de la tierra que se llamaba Shulón y habitaron en una tierra prometida, a la cual él dio el nombre de su propio hijo, a quien había llamado Cainán; 18 y después de engendrar a Cainán, Enós vivió ochocientos quince años, y engendró muchos hijos e hijas. Y todos los días de Enós fueron novecientos cinco años, y murió. 19 Cainán vivió setenta años, y engendró a Mahalaleel; y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años, y murió. 20 Mahalaleel vivió sesenta y cinco años, y engendró a Jared, y después de engendrar a Jared, vivió ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Mahalaleel ochocientos noventa y cinco años, y murió. 21 Jared vivió ciento sesenta y dos años, y engendró a a Enoc; y vivió Jared ochocientos años después de engendrar a Enoc, y engendró hijos e hijas. Y Jared instruyó a Enoc en todas las vías de Dios. 22 Y esta es la genealogía de los hijos de Adán, que fue el a hijo de Dios, con el cual Dios mismo conversó. 23 Y fueron a predicadores de rectitud; y hablaron, b profetizaron y exhortaron a todos los hombres, en todas partes, a que se c arrepintieran; y se enseñó la d fe a los hijos de los hombres. 24 Sucedió, pues, que todos los días de Jared fueron novecientos sesenta y dos años, y murió. 25 Y Enoc vivió sesenta y cinco años, y engendró a a Matusalén. 26 Y aconteció que Enoc viajaba por la tierra, entre el pueblo, y mientras viajaba, el Espíritu de Dios descendió del cielo y reposó sobre él. 27 Y oyó una voz del cielo que decía: Enoc, hijo mío, profetiza a los de este pueblo y diles: Arrepentíos, porque así dice el Señor: Estoy a enojado contra este pueblo, y mi furiosa ira está encendida en contra de ellos, pues se han endurecido sus Corazones, y sus oídos se han entorpecido, y sus ojos no pueden ver lejos; 28 y durante estas muchas generaciones, desde el día en que los creé, se han a desviado, y me han negado y buscado sus propios consejos en las tinieblas; y en sus propias abominaciones han ideado el asesinato, y no han guardado los mandamientos que yo di a su padre Adán. 29 Por consiguiente, se han juramentado entre sí, y a causa de sus propios juramentos han traído la muerte sobre sí mismos; y tengo preparado un infierno para ellos, si no se arrepienten; 30 y este es un decreto que he enviado, de mi propia boca, desde el principio del mundo, desde la fundación de este; y lo he decretado por boca de mis siervos, tus padres, tal como ha de ser enviado al mundo, hasta sus confines. 31 Y cuando Enoc oyó estas palabras, se humilló a tierra ante el Señor, y habló ante él, diciendo: ¿Por qué he hallado gracia ante tu vista, si no soy más que un jovenzuelo, y toda la gente me desprecia, por cuanto soy a tardo en el habla; por qué soy tu siervo? 32 Y el Señor dijo a Enoc: Ve y haz lo que te he mandado, y ningún hombre te herirá. Abre tu a boca y se llenará, y yo te daré poder para expresarte, porque toda carne está en mis manos, y haré conforme bien me parezca. 33 Di a este pueblo: a Elegid hoy servir a Dios el Señor que os hizo. 34 He aquí, mi Espíritu reposa sobre ti; por consiguiente, justificaré todas tus palabras; y las montañas huirán de tu presencia, y los ríos se desviarán de su cauce; y tú permanecerás en mí, y yo en ti; por tanto, anda conmigo. 35 Y el Señor habló a Enoc y le dijo: Úntate los ojos con barro, y lávatelos, y verás. Y Enoc lo hizo. 36 Y vio los a espíritus que Dios había creado; y también vio cosas que el ojo natural no percibe; y desde entonces se esparció este dicho por la tierra: El Señor ha levantado un vidente a su pueblo. 37 Y sucedió que Enoc salió por la tierra, entre el pueblo, y subía a las colinas y a los lugares altos y clamaba en voz alta, testificando en contra de sus obras; y todos los hombres se a ofendían por causa de él. 38 Y salían a escucharlo, en los lugares altos, y decían a los que guardaban las tiendas: Quedaos aquí y cuidad las tiendas mientras vamos allá para ver al vidente, porque profetiza, y hay una cosa extraña en la tierra; ha venido un demente entre nosotros. 39 Y aconteció que cuando lo oyeron, ninguno puso las manos en él, porque el temor se apoderó de todos los que lo oían; porque andaba con Dios. 40 Y vino a él un hombre llamado Mahíjah, y le dijo: Dinos claramente quién eres, y de dónde vienes. 41 Y él les contestó: Vine de la tierra de Cainán, tierra de mis padres, una tierra de rectitud hasta el día de hoy. Mi padre me instruyó en todas las vías de Dios; 42 y aconteció que mientras yo venía de la tierra de Cainán, por el mar del oriente, vi una visión; y he aquí, vi los cielos, y el Señor habló conmigo y me dio un mandamiento; de modo que, por esta causa hablo estas palabras a fin de cumplir el mandamiento. 43 Y Enoc continuó sus palabras, diciendo: El Señor que habló conmigo es el Dios del cielo; y es mi Dios y vuestro Dios, y vosotros sois mis hermanos; y, ¿por qué os a aconsejáis vosotros mismos y negáis al Dios del cielo? 44 Él hizo los cielos; la tierra es el estrado de sus pies; y suyo es el fundamento de ella. He aquí, él la estableció, y ha traído una hueste de hombres sobre la faz de ella. 45 Y la muerte ha venido sobre nuestros padres; no obstante, los conocemos, y no podemos negar, y conocemos aun el primero de todos, sí, Adán. 46 Porque hemos escrito un a libro de memorias entre nosotros, de acuerdo con el modelo dado por el dedo de Dios; y se ha dado en nuestro propio idioma. 47 Y al hablar Enoc las palabras de Dios, la gente tembló y no pudo estar en su presencia. 48 Y él les dijo: Por motivo de que Adán a cayó, nosotros existimos; y por su caída vino la  muerte; y somos hechos partícipes de miseria y angustia. 49 He aquí, Satanás viene entre los hijos de los hombres, y los tienta para que lo adoren; y los hombres se han vuelto carnales, sensuales y diabólicos, y se hallan d desterrados de la presencia de Dios. 50 Mas Dios ha hecho saber a nuestros padres que es preciso que todos los hombres se arrepientan. 51 Y por su propia voz llamó a nuestro padre Adán, diciendo: Yo soy Dios; yo hice el mundo y A los hombres antes que existiesen en la carne. 52 Y también le dijo: Si te vuelves a mí y escuchas mi voz, y crees y te arrepientes de todas tus transgresiones, y te bautizas en el agua, en el nombre de mi Hijo Unigénito, lleno de gracia y de verdad, el cual es Jesucristo, el único nombre que se dará debajo del cielo mediante el cual vendrá la salvación a los hijos de los hombres, recibirás el don del Espíritu Santo, pidiendo todas las cosas en su nombre, y te será dado cuanto tú pidieres. 53 Y nuestro padre Adán habló al Señor, y dijo: ¿Por qué es necesario que los hombres se arrepientan y se bauticen en el agua? Y el Señor le contestó: He aquí, te he a perdonado tu transgresión en el Jardín de Edén. 54 De allí que se extendió entre el pueblo el dicho: Que el Hijo de Dios ha expiado la transgresión original, por lo que los pecados de los padres no pueden recaer sobre la cabeza de los niños, porque estos son limpios desde la fundación del mundo. 55 Y el Señor habló a Adán, diciendo: Por cuanto se conciben tus hijos en pecado, de igual manera, cuando empiezan a crecer, el pecado nace en sus corazones, y prueban lo amargo para saber apreciar lo bueno. 56 Y les es concedido discernir el bien del mal; de modo que, son sus propios a agentes, y otra ley y mandamiento te he dado. 57 Enséñalo, pues, a tus hijos, que es preciso que todos los hombres, en todas partes, se arrepientan, o de ninguna manera heredarán el reino de Dios, porque ninguna cosa inmunda puede morar allí, ni morar en su presencia; porque en el lenguaje de Adán, su nombre es Hombre de Santidad, y el nombre de su Unigénito es el Hijo del Hombre, sí, Jesucristo, un justo Juez que vendrá en el meridiano de los tiempos. 58 Por tanto, te doy el mandamiento de enseñar estas cosas sin reserva a tus a hijos, diciendo: 59 Que por causa de la transgresión viene la caída, la cual trae la muerte; y como habéis nacido en el mundo mediante el Agua, y la sangre, y el espíritu que yo he hecho, y así del polvo habéis llegado a ser alma viviente, así igualmente tendréis que nacer otra vez en el reino de los cielos, del agua y del Espíritu, y ser purificados por sangre, a saber, la sangre de mi Unigénito, para que seáis santificados de todo pecado y gocéis de las palabras de vida eterna en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero, sí,  gloria inmortal; 60 porque por el agua guardáis el mandamiento; por el Espíritu sois justificados; y por la  sangre sois santificados; 61 de manera que se da para que permanezca en vosotros; el testimonio del cielo; el Consolador; las cosas pacíficas de la gloria inmortal; la verdad de todas las cosas; lo que vivifica todas las cosas; lo que conoce todas las cosas y tiene todo poder de acuerdo con la sabiduría, la misericordia, verdad, justicia y juicio. 62 Y ahora bien, he aquí, ahora te digo: Este es el plan de salvación para todos los hombres, mediante la sangre de mi Unigénito, el cual vendrá en el meridiano de los tiempos. 63 Y he aquí, todas las cosas tienen su semejanza, y se han creado y hecho todas las cosas para que den testimonio de mí; tanto las que son temporales, como las que son espirituales; cosas que hay arriba en los cielos, cosas que están sobre la tierra, cosas que están en la tierra y cosas que están debajo de la tierra, tanto arriba como abajo; todas las cosas testifican de mí. 64 Y cuando el Señor hubo hablado con Adán, nuestro padre, sucedió que Adán clamó al Señor, y lo arrebató el Espíritu del Señor, y fue llevado al agua, y sumergido en el  agua, y sacado del agua. 65 Y de esta manera fue bautizado, y el Espíritu de Dios descendió sobre él, y así nació del Espíritu, y fue vivificado en el hombre interior. 66 Y oyó una voz del cielo que decía: Eres bautizado con fuego y con el Espíritu Santo. Este es el testimonio del Padre y del Hijo, desde ahora y para siempre; 67 y eres según el a orden de aquel que fue sin principio de días ni fin de años, de eternidad en eternidad. 68 He aquí, eres a uno en mí, un
Hijo de Dios; y así todos pueden llegar a ser mis hijos. Amén. 


CAPÍTULO 7 

1 Y sucedió que Enoc continuó sus palabras, diciendo: He aquí, nuestro padre Adán enseñó estas cosas, y muchos han creído y han llegado a ser a hijos de Dios; y muchos no han creído y han perecido en sus pecados, y con temor esperan, atormentados, que se derrame sobre ellos la ardiente indignación de la ira de Dios. 2 Y de allí en adelante Enoc empezó a profetizar, diciendo al pueblo: Mientras viajaba y me hallaba en el lugar llamado Mahújah, clamé al Señor, y vino una voz de los cielos que decía: Vuélvete y asciende al monte de Simeón. 3 Y aconteció que me volví y subí al monte; y mientras estaba en el monte, vi abrirse los cielos y fui revestido de a gloria; 4 y vi al Señor; y estaba ante mi faz, y habló conmigo, así como un hombre habla con otro, cara a cara; y me dijo: Mira, y te mostraré el mundo por el espacio de muchas generaciones. 5 Y he aquí, aconteció que vi en el valle de Shum un pueblo numeroso que habitaba en tiendas, el cual era el pueblo de Shum. 6 Y otra vez me dijo el Señor: Mira; y miré hacia el norte y vi al pueblo de Canaán, que vivía en tiendas. 7 Y el Señor me dijo: Profetiza; y yo profeticé, diciendo: He aquí, el pueblo de Canaán, que es numeroso, saldrá a la batalla contra el pueblo de Shum y lo matará hasta destruirlo por completo; y el pueblo de Canaán se repartirá sobre la tierra, y la tierra será estéril e infecunda y ningún otro pueblo vivirá allí sino el de Canaán; 8 porque he aquí, el Señor maldecirá la tierra con mucho calor, y su esterilidad continuará para siempre; y vino un color a obscuro sobre todos los hijos de Canaán, de modo que fueron despreciados entre toda gente. 9 Y sucedió que el Señor me dijo: Mira; y miré y vi la tierra de Sarón, y la tierra de Enoc, y la tierra de Omner, y la tierra de Heni, y la tierra de Sem, y la tierra de Haner, y la tierra de Hannanníah, y a todos sus habitantes; 10 y el Señor me dijo: Ve a los de este pueblo y diles: a Arrepentíos, no sea que yo venga y los Hiera con una maldición, y perezcan. 11 Y me dio el mandamiento de a bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, lleno de b gracia y de verdad, y del c Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo. 12 Y sucedió que Enoc continuó llamando a todo pueblo al arrepentimiento, salvo al pueblo de Canaán; 13 y tan grande fue la a fe de Enoc que dirigió al pueblo de Dios, y sus enemigos salieron a la batalla contra ellos; y él habló la palabra del Señor, y tembló la tierra, y huyeron las b montañas, de acuerdo con su mandato; y los c ríos de agua se desviaron de su cauce, y se oyó el rugido de los leones en el desierto; y todas las naciones temieron en gran manera, por ser tan d poderosa la palabra de Enoc, y tan grande el poder de la palabra que Dios le había dado. 14 También salió una tierra de la profundidad del mar, y fue tan grande el temor de los enemigos del pueblo de Dios, que huyeron y se apartaron lejos y se fueron a la tierra que salió de lo profundo del mar. 15 Y los a gigantes de la tierra también se quedaron lejos; y cayó una maldición sobre todo el pueblo que pugnaba contra Dios; 16 y de allí en adelante hubo guerras y derramamiento de sangre entre ellos; mas el Señor vino y habitó con su pueblo, y moraron en rectitud. 17 El temor del Señor cayó sobre todas las naciones, por ser tan grande la gloria del Señor que cubría a su pueblo. Y el Señor bendijo la tierra, y los de su pueblo fueron bendecidos sobre las montañas y en los lugares altos, y prosperaron. 18 Y el Señor llamó Sion a su pueblo, porque eran uno en corazón y voluntad, y vivían en rectitud; y no había pobres entre ellos. 19 Y Enoc continuó su predicación en justicia al pueblo de Dios. Y aconteció que en sus días él edificó una ciudad que se llamó la Ciudad de Santidad, a saber, Sion. 20 Y aconteció que Enoc habló con el Señor, y le dijo: Ciertamente a Sion morará segura para siempre. Mas el Señor le dijo a Enoc: He bendecido a Sion, pero he maldecido al resto de la gente. 21 Y aconteció que el Señor le mostró a Enoc todos los habitantes de la tierra; y vio, y he aquí, con el transcurso del tiempo, Sion fue a llevada al cielo. Y el Señor dijo a Enoc: He allí mi morada para siempre. 22 Y Enoc también vio al resto de los del pueblo, que eran los Hijos de Adán; y eran una mezcla de toda la descendencia de Adán, salvo la de Caín, porque los de la posteridad de Caín eran negros, y no tenían cabida entre ellos. 23 Y después que Sion fue llevada al a cielo, Enoc b miró; y he aquí, todas las naciones de la tierra estaban delante de él; 24 y una generación sucedía a otra; y Enoc fue enaltecido y a elevado hasta el seno del Padre y del Hijo del Hombre; y he aquí, el poder de Satanás se extendía sobre toda la faz de la tierra. 25 Y vio que descendían ángeles del cielo; y oyó una voz fuerte que decía: ¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra! 26 Y vio a Satanás; y este tenía en su mano una  cadena grande que cubrió de obscuridad toda la faz de la tierra; y miró hacia arriba, y se rio, y sus ángeles se alegraron. 27 Y Enoc vio que descendían ángeles del cielo, dando  testimonio del Padre y del Hijo; y el Espíritu Santo cayó sobre muchos, y fueron arrebatados hasta Sion por los poderes del cielo. 28 Y aconteció que el Dios del cielo miró al resto del pueblo, y lloró, y Enoc dio testimonio de ello, diciendo: ¿Por qué lloran los cielos, y derraman sus lágrimas como la lluvia sobre las montañas? 29 Y dijo Enoc al Señor: ¿Cómo es posible que tú llores, si eres santo, y de eternidad en eternidad? 30 Y si fuera posible que el hombre pudiese contar las partículas de la tierra, sí, de millones de tierras como esta, no sería ni el principio del número de tus creaciones; y tus cortinas aún están desplegadas; y tú todavía estás allí, y tu seno está allí; y también eres justo; eres misericordioso y benévolo para siempre; 31 y de todas tus creaciones has tomado a Sion a tu propio seno, de eternidad en eternidad; y nada sino paz, justicia y verdad es la habitación de tu trono; y la misericordia irá delante de tu faz y no tendrá fin; ¿cómo es posible que llores? 32 El Señor dijo a Enoc: He allí a estos, tus hermanos; son la obra de mis propias manos, y les di su conocimiento el día en que los creé; y en el Jardín de Edén le di al hombre su albedrío; 33 y a tus hermanos he dicho, y también he dado mandamiento, que se amen el uno al otro, y que me prefieran a mí, su Padre, Mas he aquí, no tienen afecto y aborrecen su propia sangre; 34 y el fuego de mi indignación está encendido en su contra; y en mi intenso desagrado enviaré los diluvios sobre ellos, porque mi furiosa ira está encendida en contra de ellos. 35 He aquí, yo soy Dios; Hombre de Santidad es mi nombre; Varón de Consejo me llamo; y Sin Fin y Eterno es también mi nombre. 36 Por consiguiente, puedo extender mis manos y abarcar todas las creaciones que he hecho; y mi ojo las puede traspasar también, y de entre toda la obra de mis manos jamás ha habido tan grande iniquidad como entre tus hermanos. 37 Mas he aquí, sus pecados caerán sobre la cabeza de sus padres. Satanás será su padre, y miseria su destino; y todos los cielos llorarán sobre ellos, sí, toda la obra de mis manos; por tanto, ¿no han de llorar los cielos, viendo que estos han de sufrir? 38 Mas he aquí, estos que tus ojos ven morirán en los diluvios; y he aquí, los encerraré; he preparado una prisión para ellos. 39 Y a Aquel a quien he escogido ha abogado ante mi faz. Por consiguiente, él padece por los pecados de ellos, si es que se arrepienten el día en que mi Elegido vuelva a mí, y hasta ese día se verán atormentados. 40 Por esto, pues, llorarán los cielos, sí, y toda la obra de mis manos. 41 Y aconteció que el Señor le habló a Enoc, y le declaró todos los hechos de los hijos de los hombres; por lo que Enoc supo, y vio las abominaciones y la miseria de ellos, y lloró y extendió sus brazos, y se ensanchó su a corazón como la anchura de la eternidad; y se conmovieron sus entrañas; y toda la eternidad tembló. 42 Y Enoc también vio a a Noé y a su b familia; que la posteridad de todos los hijos de Noé se salvaría con una salvación temporal; 43 por tanto, Enoc vio que Noé construyó un arca; y que el Señor estuvo complacido con ella, y la sostuvo con su propia mano; pero las aguas descendieron sobre el resto de los inicuos y los tragaron. 44 Y al ver esto, Enoc sintió amargura dentro de su alma, y lloró por sus hermanos, y dijo a los cielos: a No seré consolado; Mas el Señor le dijo: Anímese tu corazón, regocíjate y mira. 45 Y aconteció que Enoc miró; y desde Noé vio a todas las familias de la tierra; y clamó al Señor, diciendo: ¿Cuándo vendrá el día del Señor? ¿Cuándo será derramada la sangre del Justo, a fin de que todos los que lloran sean  santificados y tengan vida eterna? 46 Y el Señor dijo: Será en el a meridiano de los tiempos, en los días de iniquidad y venganza. 47 Y he aquí, Enoc vio el día de la venida del Hijo del Hombre en la carne; y se regocijó su alma, y dijo: El Justo es levantado, y muerto es el a Cordero desde la fundación del mundo; y por medio de la fe estoy en el seno del Padre, y he aquí, Sion está conmigo. 48 Y sucedió que Enoc miró a la a tierra; y oyó que venía una voz de sus entrañas, y decía: ¡Ay, ay de mí, la madre de los hombres! ¡Estoy afligida, estoy fatigada por causa de la iniquidad de mis hijos! ¿Cuándo descansaré y quedaré limpia de la impureza que de mí ha salido? ¿Cuándo me santificará mi Creador para que yo descanse, y more la justicia sobre mi faz por un tiempo? 49 Y cuando Enoc oyó que la tierra se lamentaba, lloró y clamó al Señor, diciendo: Oh Señor, ¿no tendrás compasión de la tierra? ¿No bendecirás a los hijos de Noé? 50 Y sucedió que Enoc continuó su clamor al Señor, diciendo: Te ruego, oh Señor, en el nombre de tu Unigénito, que es Jesucristo, que tengas misericordia de Noé y su descendencia, para que las aguas nunca más vuelvan a cubrir la tierra. 51 Y el Señor no pudo resistir; e hizo convenio con Enoc, y le juró con juramento que detendría las aguas; que visitaría a los hijos de Noé; 52 y expidió un decreto inalterable de que un resto de su descendencia siempre se hallaría entre todas las naciones, mientras permaneciese la tierra; 53 y el Señor dijo: Bendito es aquel por medio de cuya descendencia vendrá el Mesías; porque él dice: Yo soy el Mesías, el Rey de Sion, la Roca del Cielo, que es extensa como la eternidad; quien entre por la puerta y suba por medio de mí, jamás caerá; por tanto, benditos son aquellos de quienes he hablado, porque vendrán con e canciones de gozo sempiterno. 54 Y sucedió que Enoc clamó al Señor, diciendo: ¿Descansará la tierra cuando el Hijo del Hombre Venga en la carne? Te ruego me muestres estas cosas. 55 Y dijo el Señor a Enoc: Mira; y mirando, vio que el Hijo del Hombre era levantado sobre la cruz, a la manera de los hombres; 56 y oyó una fuerte voz; y fueron cubiertos los cielos; y todas las creaciones de Dios lloraron; y la tierra gimió; y se hicieron pedazos los peñascos; y se levantaron los santos y fueron coronados a la diestra del Hijo del Hombre con coronas de gloria; 57 y salieron cuantos espíritus se hallaban en la prisión, y se pusieron a la diestra de Dios; y el resto quedó en cadenas de tinieblas hasta el juicio del gran día. 58 Y Enoc lloró otra vez y clamó al Señor, diciendo: ¿Cuándo descansará la tierra? 59 Y Enoc vio al Hijo del Hombre ascender al Padre, y se dirigió al Señor, diciendo: ¿No vendrás otra vez a la tierra? Por cuanto eres Dios, y te conozco, y me has jurado, y me mandaste que pidiera en el nombre de tu Unigénito; tú me has creado y me has dado derecho a tu trono, y no de mí mismo, sino mediante tu propia gracia; por consiguiente, te pregunto si no volverás otra vez a la tierra. 60 Y el Señor dijo a Enoc: Vivo yo que vendré en los últimos días, en los días de iniquidad y venganza, para cumplir el juramento que te hice concerniente a los hijos de Noé; 61 y llegará el día en que a descansará la tierra, pero antes de ese día se obscurecerán los cielos, y un manto de tinieblas cubrirá la tierra; y temblarán los cielos así como la tierra; y habrá grandes tribulaciones entre los hijos de los hombres, mas preservaré a mi pueblo; 62 y justicia enviaré desde los cielos; y la verdad haré brotar de la tierra para  testificar de mi Unigénito, de su resurrección de entre los muertos, sí, y también de la resurrección de todos los hombres; y haré que la justicia y la verdad inunden la tierra como con un diluvio, a fin de f recoger a mis escogidos de las cuatro partes de la tierra a un lugar que yo prepararé, una Ciudad Santa, a fin de que mi pueblo ciña sus lomos y espere el tiempo de mi venida; porque allí estará mi tabernáculo, y se llamará Sion, una Nueva Jerusalén. 63 Y el Señor dijo a Enoc: Entonces Tú y toda tu a ciudad los recibiréis allí, y los recibiremos en nuestro seno, y ellos nos verán; y nos echaremos sobre su cuello, y ellos sobre el nuestro, y nos besaremos unos a otros; 64 y allí será mi morada, y será Sion, la cual saldrá de todas las creaciones que he hecho; y por el espacio de mil años la tierra descansará. 65 Y aconteció que Enoc vio el día de la venida del Hijo del Hombre, en los últimos días, para morar en rectitud sobre la tierra por el espacio de mil años; 66 pero antes de ese día vio grandes tribulaciones entre los inicuos; y también vio que el mar se agitaba y que desfallecía el corazón de los hombres mientras esperaban con temor los juicios del Dios Todopoderoso que habrían de sobrevenir a los inicuos. 67 Y el Señor le mostró a Enoc todas las cosas, aun hasta el fin del mundo; y vio el día de los justos, la hora de su redención; y recibió una plenitud de a gozo; 68 y fueron todos los días de a Sion, en la época de Enoc, trescientos sesenta y cinco años. 69 Y Enoc y todo su pueblo anduvieron con Dios, y él moró en medio de Sion; y aconteció que Sion no fue más, porque Dios la llevó a su propio seno, y desde entonces se extendió el dicho: Sion ha huido. 

CAPÍTULO 8 

Y fueron todos los días de Enoc cuatrocientos treinta años. 2 Y sucedió que a Matusalén, el hijo de Enoc, no fue llevado, a fin de que se cumplieran los convenios que el Señor había hecho con Enoc, porque él verdaderamente hizo convenio con Enoc de que Noé procedería del fruto de sus lomos. 3 Y sucedió que Matusalén profetizó que de sus lomos nacerían todos los reinos de la tierra (mediante Noé), y se atribuyó la gloria a sí mismo. 4 Y vino sobre la tierra un hambre muy grave, y el Señor maldijo la tierra con penosa maldición, y muchos de sus habitantes perecieron. 5 Y aconteció que Matusalén vivió ciento ochenta y siete años, y engendró a Lamec; 6 y después de engendrar a Lamec, vivió Matusalén setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas; 7 y fueron todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años, y murió. 8 Lamec vivió ciento ochenta y dos años, y engendró un hijo, 9 y le puso por nombre a Noé, diciendo: Este hijo nos consolará en cuanto a nuestro afán y el trabajo de nuestras manos, por causa de la tierra que el Señor ha b maldecido. 10 Y vivió Lamec, después de engendrar a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. 11 y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años, y murió. 12 Y Noé tenía cuatrocientos cincuenta años, y engendró a Jafet; y cuarenta y dos años después, engendró a Sem de la que fue la madre de Jafet, y a la edad de quinientos años, engendró a Cam. 13 Y a Noé y sus hijos escucharon al Señor, y obedecieron, y se les llamó los  hijos de Dios. 14 Y cuando estos hombres empezaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, los hijos de los hombres vieron que estas hijas eran bellas, y tomaron para sí esposas, según su elección. 15 Y el Señor dijo a Noé: Las hijas de tus hijos se han a vendido; por lo que, he aquí, mi ira está encendida en contra de los hijos de los hombres, porque no quieren escuchar mi voz. 16 Y aconteció que Noé profetizó y enseñó las cosas de Dios, aun como fue en el principio. 17 Y el Señor dijo a Noé: No luchará mi Espíritu con el hombre para siempre, porque él ha de saber que toda carne morirá; sin embargo, serán sus días ciento veinte años, y si los hombres no se arrepienten, mandaré las aguas sobre ellos. 18 Y en aquellos días había a gigantes sobre la tierra, y buscaron a Noé para quitarle la vida; mas el Señor fue con Noé, y el poder del Señor reposó sobre él. 19 Y el Señor ordenó a Noé según su propio orden, y le mandó que saliese a declarar su evangelio a los hijos de los hombres, tal como fue dado a Enoc. 20 Y aconteció que Noé exhortó a los hijos de los hombres a que se a arrepintieran; pero no hicieron caso de sus palabras; 21 y también, después de haberlo escuchado, vinieron ante él, diciendo: He aquí, nosotros Somos los hijos de Dios; ¿no hemos tomado para nosotros a las hijas de los hombres? ¿No estamos a comiendo, bebiendo, y casándonos y dando en casamiento? Nuestras esposas nos dan hijos y estos son hombres poderosos, semejantes a los hombres de la antigüedad, varones de gran renombre. Y no hicieron caso de las palabras de Noé. 22 Y Dios vio que la iniquidad de los hombres se había hecho grande en la tierra; y que todo hombre se ensoberbecía con el designio de los pensamientos de su corazón, siendo continuamente perversos. 23 Y sucedió que Noé continuó su a predicación al pueblo, diciendo: Escuchad y dad oído a mis palabras; 24 creed y arrepentíos de vuestros pecados y bautizaos en el nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios, tal como nuestros padres, y recibiréis el Espíritu Santo, a fin de que se os manifiesten todas las cosas; y si no hacéis esto, las aguas vendrán sobre vosotros. Sin embargo, no escucharon. 25 Y le pesó a Noé, y se afligió su corazón de que el Señor hubiese formado al hombre sobre la tierra, y se apesadumbró su corazón. 26 Y el Señor dijo: a Raeré al hombre que he creado de sobre la faz de la tierra, tanto hombre como bestia, y lo que se arrastra, y las aves del cielo, pues le pesa a Noé que yo los haya creado y hecho; y me ha invocado, porque han intentado quitarle la vida. 27 Y así Noé halló gracia ante los ojos del Señor; porque Noé fue un hombre justo y perfecto en su generación; y anduvo con Dios, así como sus tres hijos, Sem, Cam y Jafet. 28 La tierra se a corrompió delante de Dios, y se llenó de violencia. 29 Y miró Dios la tierra; y he aquí, estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. 30 Y dijo Dios a Noé: Ha llegado para mí el fin de toda carne, porque la tierra está llena de violencia; y he aquí, a destruiré a toda carne de sobre la tierra.