He estado muy atareado con mi cambio de casa y no he podido escribir como a mi me gusta, pero encontré este texto que tenía guardado desde hace mucho y que de su belleza además de la cercanía de eventos en el tiempo, me dió el impulso de compartirlo con tod@s. Se nota la relación con la parábola del Hijo Pródigo. Y lo que significó la expulsión del Paraíso y la conclusión del viaje. Hermoso final.
Como dice en Ediciones Epopteia: " conocido también como Himno del alma, Himno de la Vestidura de Gloria, Canto de la Liberación, Canto de la perla o Himno del Apóstol Judas Tomás."
EL
HIMNO DE LA PERLA
· Acto IX, Capítulos 108-113 de los Hechos de Tomás ·
· Himno del Apóstol Judas Tomás que se encontraba en la región de los indios ·
· Himno del Apóstol Judas Tomás que se encontraba en la región de los indios ·
1
Cuando era niño
vivía
en mi reino en la casa de mi Padre,
2
y en la opulencia y abundancia
de
mis educadores encontraba mi placer,
3 cuando mis padres me equiparon y enviaron desde el Oriente, mi patria.
4 De las riquezas de nuestro tesoro me prepararon un hato pequeño,
5 pero valioso y liviano para que yo mismo lo transportara.
6 Oro de la casa de los dioses, plata de los grandes tesoros,
7 rubíes de la India, ágatas del reino de Kushán.
8 Me ciñeron un diamante que puede tallar el hierro.
9 Me quitaron el vestido brillante que ellos amorosamente habían hecho para mi,
10 y la toga purpúrea que había sido confeccionada para mi talla.
11 Hicieron un pacto conmigo y escribieron en mi corazón, para que no lo olvidara, esto:
12 “Si desciendes a Egipto y te apoderas de la perla única
13 que se encuentra en el fondo del mar en la morada de la serpiente que hace espuma
14 (entonces) vestirás de nuevo el vestido resplandeciente y la toga que descansa sobre él
15 y serás heredero de nuestro reino con tu hermano, el más próximo a nuestro rango.
16 Abandoné Oriente y descendí acompañado de dos guías
17 pues el camino era peligroso y difícil y era muy joven para viajar.
18 Atravesé la región de Mesena, el lugar de cita de los mercaderes de Oriente,
19 y alcancé la tierra de Babel y penetré en el recinto de Sarbuj.
20 Llegué a Egipto y mis compañeros me abandonaron.
21 Me dirigí directamente a la serpiente y moré cerca de su albergue
22 esperando que la tomara el sueño y durmiera y así poder conseguir la perla.
23 Y cuando estaba absolutamente solo, extranjero en aquel país extraño,
24 vi a uno de mi raza, un hombre libre, un oriental,
25 joven, hermoso y favorecido,
3 cuando mis padres me equiparon y enviaron desde el Oriente, mi patria.
4 De las riquezas de nuestro tesoro me prepararon un hato pequeño,
5 pero valioso y liviano para que yo mismo lo transportara.
6 Oro de la casa de los dioses, plata de los grandes tesoros,
7 rubíes de la India, ágatas del reino de Kushán.
8 Me ciñeron un diamante que puede tallar el hierro.
9 Me quitaron el vestido brillante que ellos amorosamente habían hecho para mi,
10 y la toga purpúrea que había sido confeccionada para mi talla.
11 Hicieron un pacto conmigo y escribieron en mi corazón, para que no lo olvidara, esto:
12 “Si desciendes a Egipto y te apoderas de la perla única
13 que se encuentra en el fondo del mar en la morada de la serpiente que hace espuma
14 (entonces) vestirás de nuevo el vestido resplandeciente y la toga que descansa sobre él
15 y serás heredero de nuestro reino con tu hermano, el más próximo a nuestro rango.
16 Abandoné Oriente y descendí acompañado de dos guías
17 pues el camino era peligroso y difícil y era muy joven para viajar.
18 Atravesé la región de Mesena, el lugar de cita de los mercaderes de Oriente,
19 y alcancé la tierra de Babel y penetré en el recinto de Sarbuj.
20 Llegué a Egipto y mis compañeros me abandonaron.
21 Me dirigí directamente a la serpiente y moré cerca de su albergue
22 esperando que la tomara el sueño y durmiera y así poder conseguir la perla.
23 Y cuando estaba absolutamente solo, extranjero en aquel país extraño,
24 vi a uno de mi raza, un hombre libre, un oriental,
25 joven, hermoso y favorecido,
26
un hijo de nobles,
y
llegó y se relacionó conmigo
27 y lo hice mi amigo íntimo, un compañero a quien confiar mi secreto.
28 Le advertí contra los egipcios y contra la sociedad de los impuros.
29 Y me vestí con sus atuendos para que no sospecharan que había venido de lejos
30 para quitarles la perla e impedir que excitaran a la serpiente contra mí.
31 Pero de alguna manera se dieron cuenta de que yo no era un compatriota;
32 me tendieron una trampa y me hicieron comer de sus alimentos.
33 Olvidé que era hijo de reyes y serví a su rey;
34 olvidé la perla por la que mis padres me habían enviado
35 y a causa de la pesadez de sus alimentos caí en un sueño profundo.
36 Pero esto que me acaecía fue sabido por mis padres y se apenaron de mí
37 y salió un decreto de nuestro reino, ordenando a todos, venir ante nuestro trono,
38 a los reyes y príncipes de Partia y a todos los nobles del Oriente.
39 Y determinaron sobre mí que no debía permanecer en Egipto,
40 y me escribieron una carta que cada noble firmó con su nombre:
41 “De tu Padre, el Rey de los reyes, y de tu Madre, la soberana de Oriente,
42 y de tu hermano, nuestro más cercano en rango, para ti, hijo nuestro, que estás en Egipto, ¡Salud!
43 Despierta y levántate de tu sueño, y oye las palabras de nuestra carta.
44 ¡Recuerda que eres hijo de reyes! ¡Mira la esclavitud en que has caído!
45 ¡Recuerda la perla por la que has sido enviado a Egipto!
46 Piensa en tu vestido resplandeciente y recuerda tu toga gloriosa
47 que vestirás y te adornará cuando tu nombre sea leído en el libro de los valientes
27 y lo hice mi amigo íntimo, un compañero a quien confiar mi secreto.
28 Le advertí contra los egipcios y contra la sociedad de los impuros.
29 Y me vestí con sus atuendos para que no sospecharan que había venido de lejos
30 para quitarles la perla e impedir que excitaran a la serpiente contra mí.
31 Pero de alguna manera se dieron cuenta de que yo no era un compatriota;
32 me tendieron una trampa y me hicieron comer de sus alimentos.
33 Olvidé que era hijo de reyes y serví a su rey;
34 olvidé la perla por la que mis padres me habían enviado
35 y a causa de la pesadez de sus alimentos caí en un sueño profundo.
36 Pero esto que me acaecía fue sabido por mis padres y se apenaron de mí
37 y salió un decreto de nuestro reino, ordenando a todos, venir ante nuestro trono,
38 a los reyes y príncipes de Partia y a todos los nobles del Oriente.
39 Y determinaron sobre mí que no debía permanecer en Egipto,
40 y me escribieron una carta que cada noble firmó con su nombre:
41 “De tu Padre, el Rey de los reyes, y de tu Madre, la soberana de Oriente,
42 y de tu hermano, nuestro más cercano en rango, para ti, hijo nuestro, que estás en Egipto, ¡Salud!
43 Despierta y levántate de tu sueño, y oye las palabras de nuestra carta.
44 ¡Recuerda que eres hijo de reyes! ¡Mira la esclavitud en que has caído!
45 ¡Recuerda la perla por la que has sido enviado a Egipto!
46 Piensa en tu vestido resplandeciente y recuerda tu toga gloriosa
47 que vestirás y te adornará cuando tu nombre sea leído en el libro de los valientes
48
y que con tu hermano, nuestro sucesor,
serás
el heredero de nuestro reino».
49 Y mi carta, era una carta que el Rey selló con su mano derecha,
50 para preservarla de los males, de los hijos de Babel y de los demonios salvajes de Sarbuj.
51 Voló como un águila —la carta—, el rey de los pájaros;
52 voló y descendió sobre mí y llegó a ser toda palabra.
53 A su voz y alboroto me desperté y salí de mi sueño.
54 La tomé, la besé, quité su sello y la leí:
55 y se acordaban con lo escrito en mi corazón, las palabras escritas en la carta.
56 Recordé que era hijo de reyes, y libre por propia naturaleza.
57 Recordé la perla, por la que había sido enviado a Egipto,
58 y comencé a encantar a la terrible serpiente que produce espuma.
59 Comencé a encantarla y la dormí después de pronunciar sobre ella el nombre de mi Padre,
60 y el nombre de mi hermano y el de mi madre, la reina de Oriente;
61 y capturé la perla y volví hacia la casa de mis padres.
62 Me quité el vestido manchado e impuro y lo abandoné sobre la arena del país,
63 y tomé el camino derecho hacia la luz de nuestro país, el Oriente.
64 Y mi carta, la que me despertó, la encontraba ante mí, durante el camino,
65 y lo mismo que me había despertado con su voz me guiaba con su luz.
66 Pues la (carta) real de seda brillaba ante mí con su forma
67 y con su voz y su dirección
68 me animaba y atraía amorosamente.
69 Continué mi camino, pasé Sarbuj, dejé Babel a mi lado izquierdo.
70 Y alcancé la gran Mesena, el puerto de los mercaderes,
71 que está sobre el borde del mar.
72 Y mi vestido de luz, que había abandonado, y la toga plegada junto a él,
73 de las alturas de Hyrcania mis padres me los enviaban,
74 por medio de sus tesoreros, a cuya fidelidad se los habían confiado,
75 y puesto que yo no recordaba su dignidad ya que en mi infancia había abandonado la casa de mi Padre,
76 de improviso, como los enfrentara, el vestido me pareció como un espejo de mí mismo,
77 Lo vi todo entero en mí mismo, y a mí mismo entero en él,
78 puesto que nosotros éramos dos diferentes y, no obstante, nuevamente uno en una sola forma.
79 Y a los tesoreros igualmente, quienes me lo traían, los vi en semejante manera,
80 ya que ellos eran dos, aunque como uno, puesto que sobre ellos estaba grabado un único sello del Rey,
81 quien me restituía mi tesoro y mi riqueza por medio de ellos,
82 mi luminoso vestido bordado, que estaba ornado con gloriosos colores,
83 con oro y con berilos, con rubíes y ágatas
84 y sardónices de variados colores, también había sido confeccionado en la mansión de lo alto
85 y con diamantes, habían sido festoneadas sus costuras.
86 Y la imagen del Rey de los reyes estaba pintada en todo él,
87 y también como los zafiros rutilaban sus colores.
88 Y nuevamente vi que todo él se agitaba por el movimiento de mi conocimiento,
89 y como si se preparase a hablar lo vi.
90 Oí el sonido del canto que musitaba al descender,
91 diciendo: “Soy el más dedicado de los servidores que se han puesto al servicio de mi Padre,
92 y también percibí en mí que mi estatura crecía conforme a sus trabajos”.
93 Y en sus movimientos reales se extendió hasta mí,
91 y de las manos de sus portadores me incitó a tomarlo.
95 Y también mi amor me urgía para que corriera a su encuentro y lo tomara.
96 y así lo recibí y con la belleza de sus colores me adorné.
97 Y mi toga de colores brillantes me envolvió todo entero,
98 y me vestí y ascendí hacia la puerta del saludo y del homenaje;
99 incliné la cabeza y rendí homenaje a la Majestad de mi Padre que lo había enviado hacia mí,
100 porque había cumplido sus mandamientos y él también había cumplido su promesa,
101 y a la puerta de sus príncipes, me mezclé con sus nobles;
102 pues se regocijó por mí y me recibió, y fui con él en su reino.
103 Y con la voz de la oración todos sus siervos le glorifican.
104 Y me prometió que también hacia la puerta del Rey de los reyes iría con él,
105 y llevando mi obsequio y mi perla aparecía con él ante nuestro Rey”.
49 Y mi carta, era una carta que el Rey selló con su mano derecha,
50 para preservarla de los males, de los hijos de Babel y de los demonios salvajes de Sarbuj.
51 Voló como un águila —la carta—, el rey de los pájaros;
52 voló y descendió sobre mí y llegó a ser toda palabra.
53 A su voz y alboroto me desperté y salí de mi sueño.
54 La tomé, la besé, quité su sello y la leí:
55 y se acordaban con lo escrito en mi corazón, las palabras escritas en la carta.
56 Recordé que era hijo de reyes, y libre por propia naturaleza.
57 Recordé la perla, por la que había sido enviado a Egipto,
58 y comencé a encantar a la terrible serpiente que produce espuma.
59 Comencé a encantarla y la dormí después de pronunciar sobre ella el nombre de mi Padre,
60 y el nombre de mi hermano y el de mi madre, la reina de Oriente;
61 y capturé la perla y volví hacia la casa de mis padres.
62 Me quité el vestido manchado e impuro y lo abandoné sobre la arena del país,
63 y tomé el camino derecho hacia la luz de nuestro país, el Oriente.
64 Y mi carta, la que me despertó, la encontraba ante mí, durante el camino,
65 y lo mismo que me había despertado con su voz me guiaba con su luz.
66 Pues la (carta) real de seda brillaba ante mí con su forma
67 y con su voz y su dirección
68 me animaba y atraía amorosamente.
69 Continué mi camino, pasé Sarbuj, dejé Babel a mi lado izquierdo.
70 Y alcancé la gran Mesena, el puerto de los mercaderes,
71 que está sobre el borde del mar.
72 Y mi vestido de luz, que había abandonado, y la toga plegada junto a él,
73 de las alturas de Hyrcania mis padres me los enviaban,
74 por medio de sus tesoreros, a cuya fidelidad se los habían confiado,
75 y puesto que yo no recordaba su dignidad ya que en mi infancia había abandonado la casa de mi Padre,
76 de improviso, como los enfrentara, el vestido me pareció como un espejo de mí mismo,
77 Lo vi todo entero en mí mismo, y a mí mismo entero en él,
78 puesto que nosotros éramos dos diferentes y, no obstante, nuevamente uno en una sola forma.
79 Y a los tesoreros igualmente, quienes me lo traían, los vi en semejante manera,
80 ya que ellos eran dos, aunque como uno, puesto que sobre ellos estaba grabado un único sello del Rey,
81 quien me restituía mi tesoro y mi riqueza por medio de ellos,
82 mi luminoso vestido bordado, que estaba ornado con gloriosos colores,
83 con oro y con berilos, con rubíes y ágatas
84 y sardónices de variados colores, también había sido confeccionado en la mansión de lo alto
85 y con diamantes, habían sido festoneadas sus costuras.
86 Y la imagen del Rey de los reyes estaba pintada en todo él,
87 y también como los zafiros rutilaban sus colores.
88 Y nuevamente vi que todo él se agitaba por el movimiento de mi conocimiento,
89 y como si se preparase a hablar lo vi.
90 Oí el sonido del canto que musitaba al descender,
91 diciendo: “Soy el más dedicado de los servidores que se han puesto al servicio de mi Padre,
92 y también percibí en mí que mi estatura crecía conforme a sus trabajos”.
93 Y en sus movimientos reales se extendió hasta mí,
91 y de las manos de sus portadores me incitó a tomarlo.
95 Y también mi amor me urgía para que corriera a su encuentro y lo tomara.
96 y así lo recibí y con la belleza de sus colores me adorné.
97 Y mi toga de colores brillantes me envolvió todo entero,
98 y me vestí y ascendí hacia la puerta del saludo y del homenaje;
99 incliné la cabeza y rendí homenaje a la Majestad de mi Padre que lo había enviado hacia mí,
100 porque había cumplido sus mandamientos y él también había cumplido su promesa,
101 y a la puerta de sus príncipes, me mezclé con sus nobles;
102 pues se regocijó por mí y me recibió, y fui con él en su reino.
103 Y con la voz de la oración todos sus siervos le glorifican.
104 Y me prometió que también hacia la puerta del Rey de los reyes iría con él,
105 y llevando mi obsequio y mi perla aparecía con él ante nuestro Rey”.
“Fin
del himno que cantó en prisión el apóstol
Judas Tomás”.
Judas Tomás”.
EL HIMNO DE LA
PERLA
VIAJE DEL JUDAS
TOMAS EL APÓSTOL
EN LA
TIERRA DE LOS
INDIOS
EL VIAJE A
EGIPTO
Cuando
era un infante muy joven para hablar, en el palacio de mi Padre,
reposaba en la riqueza y el lujo de aquellos que me cuidaban. Mis
Padres me proveyeron con lo necesario y me enviaron desde el Este,
nuestro País a una misión. De las riquezas de sus tesorerías me
dieron solo una porción de Luz, para que la pudiera llevar y esta
porción consistía en Oro del país elevado y Plata de los grandes
tesoros: Esmeraldas de la India, Ágatas de Kousan, me armaron con
acero.
Me
quitaron el manto adornado de joyas y sellado con Oro, que me habían
hecho por el gran amor que me tenían y el manto amarillo que me
habían hecho a mi medida, pero hicieron un acuerdo conmigo el cual
imprimieron en mi mente para que Yo no olvidara y me dijeron:
** Si
desciendes a Egipto y traes de allá la Perla que reside cerca del
temible dragón, investirás de nuevo las vestimentas de joyas y el
manto que tanto te gusta. Y serás un heraldo para nuestro Reino
junto con tu bien recordado hermano **
Así que
salí del Este, por un camino que me inspiraba temor y que era muy
difícil, porque no estaba acostumbrado a cruzarlo, acompañado por
dos guías.
Crucé
las fronteras de Mosani, donde está la cabaña de los comerciantes
que viajan al Este y llegué a la tierra de los Babilonios.
LA
ESCLAVITUD EN EGIPTO
Desde que
entré a Egipto, los guías que viajaban conmigo se fueron y corrí
directamente hacia el Dragón y acampé cerca de sus garras.
Me acosté
esperando que oscureciera y se quedara dormido para que yo pudiera
huir con la perla y al estar solo, me puse un disfraz con el que le
pareciera extranjero hasta a mi propia gente, pero ahí me encontré
un primo mío del Este, una persona libre graciosa, guapa y joven, un
hijo de los miembros de la corte que se me acercó y me hizo
compañía. Lo hice mi amigo y compañero de viaje, era un compañero
constante; y me exhortó a que me cuidara de los egipcios y que no
tuviera relaciones con sus impurezas. Así que me puse su tipo de
ropajes, para que no me viera como un extranjero que había venido
desde lejos, para obtener la Perla, para que los Egipcios no
enfurecieran al Dragón en contra mía.
Solo que
de alguna manera supieron que yo no era de sus tierras. Me dieron
una mezcla de brebaje y brujería y probé sus alimentos y no
reconocí más, que yo era un hijo del Gran Rey y empecé a actuar
como el sirviente de su rey.
Me
acerque a la Perla por la que mis Padres me habían enviado en esta
misión, pero me hundí en un profundo sueño provocado por la
pesadez de sus alimentos.
EL
ÉXODO
Mis
padres también se dieron cuenta de que yo sufría con todo esto y
ellos también sufrieron conmigo.
Así que
se hizo una proclamación en nuestro reino.
Todos
deberían presentarse en nuestra corte. Y juntos, los reyes de
Parthia, los que oficiaban, y los lideres del Este, decidieron que en
mi caso no debería dejárseme en Egipto.
Así que
también los miembros de la corte me escribieron declarando lo
siguiente:
** De tu
Padre, el Rey de Reyes, tu Madre que gobiernan el Este y los hermanos
que son secundarios a ellos, a nuestro niño en Egipto: Paz.
¡Levántate
y despierta de tu sueño!
Escucha las
palabras escritas en esta carta
Recuerda que
eres un Hijo de Reyes
Has Caído
bajo un yugo muy pesado.
Recuerda tus
mantos sellados con Oro.
Recuerda la
Perla por la que fuiste enviado en misión a Egipto.
Tu Nombre ha
sido llamado al Libro de la Vida junto con el de tu
Hermano de
quien te has hecho cargo en nuestro Reino**
Así el
Rey lo confirmó como un embajador debido a la amenaza de los niños
de Babilonia y los demonios tiránicos del laberinto.
Pero, por
mi parte yo tuve un despertar cuando percibí su voz y tomé la
carta, la leí y la besé.
Lo que
estaba escrito ahí concernía a lo que estaba grabado en el corazón.
Y en este
punto recordé que yo era un Hijo de Reyes y el pueblo demandaba mi
libertad.
También
recordé la Perla, la Perla por la que me habían enviado en misión
a Egipto y el hecho que yo tendría que enfrentarme al temible
dragón.
Luché
contra él y lo vencí al clamar el Nombre de mi Padre, le quité la
Perla y me fui a entregársela a mis Padres y me quité la ropa sucia
que portaba y las dejé en su tierra.
Inmediatamente
tomé el camino que me lleva directamente a la Luz de nuestra casa en
el Este.
Y mientras
estaba en el camino me encontré con un ser femenino que me elevó.
Ella me
despertó de mis sueños, dando “por decirlo así un oráculo con
su voz, por medio de la cual me guió hacia la Luz.
De hecho,
a veces, yo tuve el manto real de seda frente a mis ojos y con el
amor familiar que me guiaba y me atraía. Pasé por el laberinto.
Dejé a
Mesón, que es una gran costa, pero no podía recordar mi esplendor
porque lo viví cuando era un niño demasiado joven y que abandoné
en el Palacio de mi Padre.
Pero
cuando de repente vi mi manto reflejado en un espejo como en un
espejo también percibí mi ser completo.
Porque
aunque nos derivamos de uno y el mismo, fuimos parcialmente divididos
y luego otra vez fuimos uno, una forma única.
Inclusive,
a los tesoreros que me trajeron el manto, los vi como a dos seres,
pero existía una forma única en ambos, un manto real único que
consistía en dos mitades.
Y ellos
tenían mi dinero y mi riqueza en sus manos y me dieron mi
recompensa.
El manto
fino de brillantes colores que estaba bordado con Oro, piedras
preciosas y Perlas para darle una apariencia digna.
Era alto
en el cuello y la imagen del Rey de Reyes estaba tejida en todo el
manto.
Piedras
de Lapislázuli habían sido agradablemente dispuestas en el cuello.
Y a la vez, vi los impulsos de conocimiento.
–Gnosis-
que pulsaban en
todo él.
Y que
estaba listo para dar un discurso y luego le escuché hablar.
**
Yo Soy – Ehyeh
Asher – el
que pertenece al que es más fuerte que todos los seres humanos y por
cuyo amor, yo fui diseñado por el Padre mismo.
Por mi
parte me di cuenta de mi edad madura.
Y todos los
impulsos reales descansaron en mi, a medida que su energía
aumentaba, al ser sacado por la mano de ese ser, fui impelido por el
que estaba recibiéndome.
Un deseo
me urgió para correr y conocer a ese ser y recibirlo. Yo corrí y
me desplegué... En colores... y me regresaron, y me vestí
completamente con mi manto superior real.
RETORNO
AL REINO REAL
Y en
cuanto lo investí, me elevé al Reino de la Paz, que pertenece al
asombro reverencial e incliné mi cabeza y me postré ante el
esplendor del Padre que me lo envió a mi.
Porque fui
yo él que cumplió sus mandamientos.
Y de la
misma manera, él fue que cumplió su promesa.
Y me fusioné
con los umbrales de su arcaico edificio real.
El se
deleita conmigo y me recibió con él en su palacio.
Y todos sus
súbditos estaban cantando himnos con voces reverentes.
El me invitó
a que entrara también en la corte del Rey en su compañía para que
con mis dones, la Perla y Yo, hiciéramos una aparición ante el Rey
mismo.
Tomado de los
Escritos de:
Nag
Hammaddi
Traducción
Tere Mendoza